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Socialización digital en medio de la pandemia

Hice mis primeras amigas y amigos de la carrera en la tercera semana de clases. Tres semanas son mucho tiempo en tiempos normales, ya que durante mi primera carrera hice amistades desde el primer día. Pero estamos en tiempos de pandemia y la socialización digital no es tan rápida como la tradicional, al menos no para mí. Así que el día de hoy pienso hablar un poco sobre esta nueva faceta de la vida; hacer amigos en la universidad sin conocerlos físicamente. 
La socialización a distancia no es algo nuevo. Tiempo atrás sabíamos de la existencia de parientes lejanos que nunca habíamos visto en nuestra vida a través de cartas. Se podían hacer amistades a través de correspondencia y después por medio de llamadas telefónicas. No fue sino hasta principios de este siglo que la revolución digital con ayuda del internet empezó a fomentar espacios virtuales donde las personas se podían llegar a conocer por medio de chats, la forma instantánea de mensajería. Poco a poco ese sistema fue evolucionando y creando su propia realidad; una realidad virtual donde era posible llegar a usuarios de casi todo el mundo. Existen historias de personas que se enamoran por internet y hasta llegan a casarse, trabajos que se consiguen a través de la red y amistades que se fraguan por medio de foros de discusión o videojuegos en línea. Sin embargo, esta forma de socialización no había llegado a imponerse como la definitiva pues los amigos, los contactos y demás se hacían en espacios físicos; oficinas, parques, cafés, bares, escuelas, etc.
En mi primer año de universidad todas mis clases eran presenciales además de que existían espacios destinados a la convivencia. Así pues, terminando la clase era común salir del aula con tus compañeros e invitarlos a platicar sentados al aire libre, ir a la biblioteca para estudiar en grupo o salir de la universidad para ir a comer o a algún bar. Existía una continuidad social entre la dinámica de la clase (fuera esta buena o mala) y la vida estudiantil. Claro, no todo eran risas y buenos momentos, porque este modelo también propiciaba la exclusión social y el aislamiento de algunos individuos. Una vez que tenias tu “grupo” de amigos era difícil entrar en otro grupo, además de que siempre existían aquellos que no estaban en ningún grupo. 
Otro elemento clave de la convivencia física era el lenguaje no hablado. Ver las expresiones, los movimientos, la posición del cuerpo etc. es una dimensión completamente diferente de las palabras que se dicen. Y ahora todo cambio. Ahora, tanto por cuestiones personales como técnicas, pocas personas aparecen frente a la cámara durante la cátedra, e incluso esas personas aparecen cortadas del pecho para arriba, como si fuéramos bustos en una galería de exhibición. Ahora las clases terminan y te encuentras solo mirando el monitor. Todas las personas con las que acababas de intercambiar ideas, argumentos, desdichas y tristezas desaparecen en un clic. La tecnología limita los espacios de clases y la escuela en línea delimita mucho una de las principales actividades; la interacción y la socialización. 
Ahora bien, tampoco quiero decir que el modelo educativo en línea sea completamente un desastre, porque como mencione al inicio de este texto, ya he hecho amigos aunque me haya costado mucho más que en circunstancias normales. Entonces, la pregunta sería ¿Cómo socialicé en estas circunstancias? Todo es gracias al internet (arma de doble filo, como se puede apreciar). 
El primer horario que tienes en la UNAM es fijo, es decir, no eliges las materias que quieres cursar ni con que profesores las tomaras, sino que la dirección de servicios escolares te da una lista con todas las materias que tienes que cursar en el semestre. Ahora bien, estos horarios no son personalizados, sino que se le asigna a un grupo de estudiantes el mismo grupo, por lo que todos los compañeros serán los mismos durante las seis clases semanales. Por esta razón, es fácil distinguirte como grupo 0101 o 1101. En Facebook hay un grupo del Colegio de Filosofía de la UNAM y, durante las fechas de nuevo ingreso, es común ver que las personas que acaban de ser aceptadas pidan reseñas de los profesores que tienen en su horario, por lo que es fácil identificar a quienes están en un mismo grupo. Gracias a esto, se hizo un grupo en WhatsApp con todos los estudiantes de mi grupo. No es un chat donde se hable mucho de cosas personales, sino que se hablan de cosas como las tareas que han dejado o las lecturas y su interpretación. 
Con todos estos elementos incluidos hubo una situación que nos hizo conocernos mejor los unos a los otros; las presentaciones individuales en línea. Así pudimos escuchar las voces de nuestros compañeros y sus razones para estar en la universidad. Finalmente, hay un profesor que nos dejaba tareas en equipo, por lo que era necesario contactar a los compañeros con los que te tocará, ya que los equipos se asignaban al azar, y hacer la tarea con ellos. Es a través de estos pequeños grupos que empecé a conocer a las personas de forma más íntima que lo que se decía en clases y en el grupo principal. Y así fue como conocí a mis primeras amigas y amigos en la carrera. La interacción ha sido interesante porque son, en su mayoría, menores que yo. Sin embargo, después de unas partidas de Among us y unos chismes sobre la facultad, así como de nuestras vidas, nos hemos acercado sin tener que movernos de nuestras casas.

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